Cuando llegué a la casa de la familia de Helena, lo primero que me llamó la atención fue que estaban ellos dos, Helena y Rubén, rodeados de amigos, todos juntos. Todo sucedía con calma, a Helena le colocaban la hiedra en el pelo, Rubén se ponía el sombrero y los acompañamos hasta el interior del bosque. En una ceremonia preciosa, oficiada por uno de sus amigos, escuchamos frases bonitas y, sobretodo, un silencio maravilloso que duró varios minutos. Fue realmente sobrecogedor.
Fue un honor asistir a esta boda tan especial y conocer gente que, sin saber bien por qué, queda en la memoria. Cuando parecía que todo acababa de empezar, ya era de noche, las luces se encendieron, la música empezó a sonar y todos empezaron a bailar. On board!